sábado, 27 de abril de 2013

Columna El País Abril 26 de 2013

Bajo mis sábanas, ¡No!

Asunto delicado el que manejamos en el Valle del Cauca ahora que nos enteramos que un Pastor que recibió el llamado de Dios y un Senador que se cree ungido por el mismo, son quienes están detrás de aquello que llaman ‘la cosa política’ de la región. La gran pregunta que nos queda ahora es, ¿hasta dónde llegarán las consecuencias de esto?
Roy Barreras y José Luis Arcila durante sus campañas a Senado y Cámara firmaron un pacto con el Comité Político de la Misión de Paz a las Naciones, cuya cabeza visible es el pastor John Milton Rodríguez. El compromiso, tiene como espíritu “ejecutar proyectos para el bien de nuestra sociedad”, fundamentalmente busca que no prosperen cambios en las leyes que a futuro pudiesen permitir “el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni la adopción de niños por parte de estas parejas. Ni apoyo a la unidosis personal de drogas y ley de aborto (sic)”, además de promover el desarrollo de un ministerio o viceministerio de la familia. Los congresistas en cuestión, al ser elegidos, debieran también incluir -según el pacto- por los menos dos miembros de la Misión en sus Unidades de Trabajo Legislativo (UTL), y apoyar candidatos de esa misma congregación al Concejo de Cali y la Asamblea Departamental. A cambio de todo esto, Barreras y Arcila tendrían el apoyo (representado en votos) de miles de feligreses de la Misión.
Claramente este tipo de acuerdos en la política son comunes y nadie es tan inocente de pensar que un congresista es elegido sin amarres de una u otra índole. Aunque eso pasa aquí y en Cafarnaúm, no quiere decir que sea lo ideal, porque evidentemente no llegan a ejercer sus cargos libres de presión. De hecho ya sabemos que Roy Barreras votó el miércoles en contra del proyecto que permitiría el matrimonio entre homosexuales, de manera que va cumpliendo al menos esa parte del pacto.
En ese documento, que para mi tiene un tufillo de ilegalidad, hubo también engaño. Barreras y Arcila a sus electores, quienes no sabían que al depositar su voto por ellos estaban haciéndolo también por una agenda oculta, y el Pastor a su rebaño por pensar que sus votos eran endosables.
Sin embargo lo que a todas luces genera preocupación por el futuro del Departamento -y por qué no, del mismo país- es ver cómo esa separación entre Iglesia y Estado que comenzó en 1853 y se confirmó en 1991, poco a poco se esfuma y nos encontramos implosionando desde un modelo de Estado laico hacia uno de Estado teocrático donde “como Dios manda” se convierte en ley.
La Misión de Paz tiene a su senador ejerciendo acorde con el compromiso; su influencia en Cali y Yumbo es amplia por la fuerza de sus prédicas y el alcance de sus obras sociales; conociendo el texto del pacto, que no nos sorprendamos cuando salgan elegidos ‘Misioneros’ a Concejos y Asamblea, y para que no queden dudas sobre el poder que ya tiene el hombre llamado por Dios, esta semana se anunció que Rodríguez encabezó un grupo que logró que el Municipio de Cali exonere los centros de culto del pago de impuestos prediales y valorización. Y esto es sólo el comienzo, señores.
Yo no sé hasta cuándo dure el insólito efecto teflón de Roy Barreras y ojalá no sea por mucho tiempo más, pero lo que de verdad me asusta es saber que gracias a pactos como el suscrito, y a seres como el Procurador que quieren convertir la palabra de Dios en norma, en el futuro esas decisiones puedan llegar a meterse en mi casa y bajo mis sábanas y decidir cómo ejerzo mis derechos más fundamentales. Miedosito el tema.

 http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/bajo-mis-sabanas


sábado, 13 de abril de 2013

Columna en El Pais Abril 12 de 2013

¿Quién estigmatiza a quién?

Todo funcionario público tiene una responsabilidad que trasciende el ejercicio de sus funciones y es dar un buen ejemplo. La semana pasada el procurador, Alejandro Ordóñez, soltó un par de frases que dejan mucho que desear de su deber y si lo que me cuentan es cierto acerca de los ademanes que hacía al quebrar la mano en clara alusión despectiva a los homosexuales, este personaje más que funcionario público, es una vergüenza pública.
Durante un foro académico en el Congreso en el cual se debatía el proyecto de ley que podrá reglamentar el matrimonio gay y reconocerla como una familia, hubo agresiones verbales y emociones exacerbadas de ambas partes. El Procurador al sentirse agredido por un activista, declaró sentirse víctima de un matoneo mediático desde la prensa y dijo que quienes informan y opinan “entre porro y porro y pase y pase, tienen el deporte de estigmatizar a quienes no aceptamos determinadas ideologías”.
Muy infortunadas sus declaraciones, porque al igual que con sus otras posturas, profundiza una imagen de periodistas y columnistas que ya de por sí existe en algunos entornos, porque no son pocos quienes piensan que además de libertinos en nuestras actuaciones privadas, todos los periodistas somos mochileros, de ideologías de izquierda, que nos la pasamos fumando porro o metiendo pases y que mantenemos la cabeza en una nebulosa idealista. Y ahí es donde me pregunto, ¿quién estigmatiza a quién?
Sabemos del gusto de Ordóñez por el poder y su afán por demostrarlo y también conocemos de sus posturas radicales frente al aborto, de su posición acerca de los homosexuales y del matrimonio entre ellos. A mi manera de ver, el hombre tiene además en acción un agenda política clara con miras a elecciones futuras, porque si no, ¿para qué tanto show? Evidentemente Ordóñez está en todo su derecho, sin embargo, la agresión verbal y los calificativos de la semana pasada en contra de toda una profesión, merece de quienes la ejercemos un enérgico rechazo y mucha solidaridad entre nosotros.
Lo que a veces olvidan quienes tanto nos critican es que nos necesitan porque somos nosotros, periodistas y columnistas, quienes enlazamos el devenir de la cotidianidad con la sociedad. A través de ese ejercicio -como lo decía Ryszard Kapuscinski- “la relación con los seres humanos se convierten en un elemento imprescindible de la profesión” y nos damos cuenta que todos estamos interconectados. En ese sentido es inevitable que se profundice la sensibilidad y nos volvemos entonces un poco más conscientes de aquello que conocemos como los derechos fundamentales del hombre, de la equidad de género, la justicia social, la libertad de expresión, religión y sexo. ¿Izquierdistas? No, simplemente un poco más humanos.
Tengo claro que un periodista no se hace. Nosotros nacemos así. Llevamos en la sangre un talento innato. Tenemos el afán por aprender, tener explicaciones, saber qué pasa en los lugares más recónditos del mundo y nos mueve de una manera inexplicable el deseo de contribuir a la construcción de una mejor sociedad a través de la información veraz, coherente y clara.
Rechazo con vehemencia que se me categorice como fumadora de porro,
metelona de pases o libertina por pensar como pienso y trabajar en lo que trabajo. Estigmatizar conlleva a la violencia y no hay nada que vaya más en contravía del bien común que eso. Lástima que el Procurador sepa un poco de justicia, pero nada de lo que es un pensamiento justo.

http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/quien-estigmatiza-quien