viernes, 24 de mayo de 2013

Columna El Pais Mayo 24 de 2103

El extraño mundo del Doctor Ale

El lunes pasado, a un inmenso salón del Centro de Convenciones Plaza Mayor en Medellín, acudieron desde las recónditas cavernas del país los miembros más recalcitrantes de la godarria nacional, para homenajear al Procurador Alejandro Ordóñez. También llegaron todos aquellos que de una u otra manera se identifican ideológicamente con él, o le temen y con su presencia buscan ganar indulgencias en vez de inhabilidades. Hace casi un mes en Bucaramanga se organizó un homenaje similar y a ese acto llegaron cerca de 300 personas. En Medellín dicen que fueron 1.200.
Evidentemente quienes organizan y asisten a este tipo de actos están en todo su derecho de hacerlo, más cuando se está buscando alinear a un grupo significativo de personas bajo la sombrilla de una ideología o un movimiento con miras al futuro. Porque claro, yo creo que a nadie le cabe la menor duda que una candidatura de Ordóñez a la Presidencia es lo que se nos viene encima y más temprano que tarde. Estará esa campaña adornada de halos de santidad y virtud nunca antes vistos en Colombia.
Hay quienes dicen que es una estrategia del uribismo para atajar el vuelo que está cogiendo la inusitada y cuestionable campaña de Francisco Santos Calderón, autoproclamado precandidato del expresidente. De todos es sabido que ‘Pachito’ jamás ha sido de los afectos sinceros de Álvaro Uribe Vélez, quien hasta de lagarto lo trató en público mientras fue su vicepresidente y claramente no querrá verlo como primer mandatario, enarbolando sus ideas y cuidando de sus tres huevitos. De manera que algo de verdad puede tener esta teoría y ¿quién mejor para ser la cara frontal de ese movimiento ‘puro’ de Uribe, que un godo de racamandaca como Ordóñez? Éste, al igual que el senador Roberto Gerlein, ha removido hasta el tuétano los ánimos bastante dormidos del conservatismo de azul de metileno y es desde luego un bocato di cardinale para alguien como Uribe.
Pero trascendiendo un poco a esas elucubraciones políticas, visualicemos mejor lo que sería ese extraño mundo del Doctor Ale si fuese Presidente y lo que nos esperaría en manos suyas.
Por un lado es bastante probable que ese temita del Estado laico quedaría en entredicho y que entraríamos en un reinado del Opus Dei donde llevaremos silicios bajo la ropa para recordarnos que en esencia somos pecadores. Se haría el amor solo para procrear y cuando sea el día, esa actividad se desarrollará sin protección alguna. De repente nos encontraremos con que en Colombia se ha disparado la natalidad, aumentarían los índices de enfermedades y pobreza y terminaríamos viendo en las calles muchas más escenas estilo ‘Les Miserables’ de lo que vemos hoy en día.
Evidentemente eso del sexo tendrá que ser solo entre hombres y mujeres, porque todas las demás alternativas estarían fiscalizadas, vetadas y censuradas. Lo mismo nos sucederá a los periodistas que denunciemos hechos irregulares en los medios de comunicación, porque eso sí, nadie que disienta del Doctor Ale podrá pronunciarse, so pena de ser estigmatizado de la manera más baja.
Supongo que aquellos que hemos osado divorciarnos tendremos también nuestra dosis de censura por no haber perpetuado una familia como la ve Ordóñez, no obstante situaciones adversas. Y claro, aquellas mujeres que nos hemos manifestado en favor del aborto seremos para el Doctor Ale peor que las Brujas de Salem.
Triste que ese sea un mundo ideal para algunos, sólo espero que esta sea una de esas visiones que jamás se dan.

link: http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/extrano-mundo-doctor-ale

martes, 14 de mayo de 2013

Los niños perdidos

Seguramente recuerdan a los Niños Perdidos, el grupo de amigos de Peter Pan. Ellos viven entre un árbol en el país del Nunca Jamás, se la pasan de travesura en travesura, sin reglas y normas, sin más familia que ellos mismos, escondiéndose del Capitán Garfio y no quieren crecer para evitar convertirse en adultos.
Nibs, Curly, Slightly, Tootles y los Gemelos son como ese grupo de jóvenes y adolescentes que por uno u otro motivo se encuentran recluidos, volándose o ad portas de centros de reclusión como Valle del Lili y el Buen Pastor, porque finalmente también están a la deriva y parecieran importarles a pocos. Después de analizar este problema sobrediagnósticado por violentólogos, sociólogos, antropólogos, psicólogos y cuanto estudioso del tema hay, mi conclusión es que todos esos muchachos en el fondo lo que necesitan es un norte, formación, afecto, reconocimiento y oportunidades de vida, porque uno no decide ser malandro porque sí.
Algunos dirán que quien vive en el país ideal del Nunca Jamás es quien escribe, porque esos jóvenes y adolescentes que ya andan de sicarios, traficantes o extorsionistas lo que merecen es que les caiga todo el peso de la ley, y eso sí, de la ley para adultos.
Evidentemente nos encontramos en una encrucijada judicial frente a un hecho de la mayor gravedad y es que tenemos miles de niños y adolescentes que han traspasado los límites y se han convertido en delincuentes. No obstante, yo si soy de la teoría de que hasta que cumplan la mayoría de edad son niños y el sistema penal y judicial como tal tiene que seguir manejándolos acorde con lo dispuesto en el Código de Infancia y Adolescencia. En últimas, gústenos o no, el hecho de que estén allí es culpa de todos nosotros por indolentes e indiferentes.
También debemos comprender que no es un dilema policial, porque llenar los centros de agentes no especializados en niños es una acción reactiva en la cual el remedio puede resultar peor que la enfermedad. Tampoco podemos achacarle las fallas a la pedagogía de los operadores de los centros porque con muchos muchachos sí logran cumplir.
Lo que sí debemos admitir es que el Código de Infancia se orienta a una población de adolescentes cuya fechoría más grande pudiese ser robarse una chocolatina o dos. Es claro que los autores jamás vislumbraron esta anormalidad que estamos viviendo, pero la solución no es cambiar la ley.
El quid de este problema estructural es definir quién asume el deber de crear y expedir una política pública integral orientada a atender apropiadamente a esa población de niños delincuentes a través de la resocialización y la creación de oportunidades, y a prevenir que caigan otros en ese hueco.
El Código habla de corresponsabilidad en la atención a niños, jóvenes y adolescentes. Yo recalco que sí es en la familia, el Estado y la sociedad en quienes recae el deber de aportar al mundo ciudadanos de bien. Sin embargo, tenemos que dejar de pelotearnos esa responsabilidad y que cada cual asuma lo que le corresponde. Lo que sí tengo claro es que en últimas, el Estado es quien debe dirigir con una política pública a la cual nos acojamos todos.
Con la Estrategia de ‘Cero a Siempre’ el Gobierno demostró haber comprendido que la atención integral a la primera infancia es una prioridad. Ahora que ya está en marcha y dando sus frutos, es hora de mirar hacia los Niños Perdidos, y eso sí rápido, antes de que se nos embolaten del todo.

Columna de Mayo 10 de 2013. Link:  http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/ninos-perdidos