sábado, 3 de agosto de 2013

Céfiros de Agosto 2 de 2013 en El Pais

¡Moñona!

Es bastante común ver que un Papa mueva masas, genere pasiones, saque lágrima y erice la piel. Sucede desde el inicio de los tiempos con esa figura eclesiástica en particular. Por eso a la elección del Papa siempre asiste cuanto periodista y medio de comunicación puede hacerlo y la información al respecto es permanente. Hasta que sale la fumata blanca y la vida vuelve a la normalidad. Posiblemente por ese tipo de fenómeno es que Karl Marx en su momento afirmó que la religión es el opio del pueblo. Consideraba que adormece, enajena, aleja de la realidad.
El panorama en la Jornada Mundial de la Juventud que se llevó a cabo la semana pasada en Brasil, tuvo un ingrediente un poco distinto, que además demostraría cómo hay esperanzas de que la Iglesia Católica salga de su propio estado opiáceo y enfrente con valentía el mundo actual. Lo curioso es que es un simple cambio en la actitud del máximo jerarca de la institución lo que ha creado el fenómeno, no necesariamente reformas generadas a su interior.
Jorge Bergoglio, a quien conocemos como Francisco I, dejó en Brasil la sensación de haber pasado por una semana de Rock en Río, igual que cualquier estrella de música contemporánea. Movió masas como lo han hecho todos los papas, generó pasiones también, sacó más de una lágrima y hasta por televisión hizo erizar la piel con sus palabras y actuaciones. Lo distinto de este pontífice fue (y es) la cercanía por su conocimiento y empatía con el sufrimiento. Habla el idioma humano, pareciera ser todo un humano y dice lo que los humanos queremos oír.
Difícil decir que no sentimos frases como: “Desperdiciar alimentos es robar; el dinero debe servir y no gobernar; respeto a los no creyentes porque finalmente todos tenemos el deber de hacer el bien; no somos controladores de la fe, somos facilitadores; Dios no es un aerosol, es una persona concreta; pecadores sí, corruptos no; que los cristianos trabajen en política porque no podemos lavarnos las manos”.
La verdad es que me gusta este Papa que habla de “necesitar santos que tomen CocaCola, coman perros calientes, que sean internautas, escuchen iPod y les guste el cine, el teatro, la música y la danza”. El lenguaje necesario era tan obvio que desde el día 1 lo está usando. Indiscutiblemente Francisco es todo un fenómeno de mercadeo.
Claramente el reposicionamiento de ese producto que es la Iglesia Católica era vital para su supervivencia. Lo que creo que ha quedado claro hasta ahora es que en esencia el producto no va a cambiar (como no lo debe hacer un producto que lleva siendo líder durante 2013 años). Seguirá el no al aborto, el no al matrimonio homosexual, el no a la legalización de las drogas, el no al uso de anticonceptivos y muchos otros “no” que son obvios viniendo de la Iglesia. Lo que veo que tendrá que cambiar radicalmente es quienes transmiten el mensaje y cómo lo transmiten, porque el Papa está enseñando con el ejemplo que todos deben practicar lo que predican y que la hipocresía, la falsedad y la doble moral ya son para él y para la Institución, inaceptables.
Este es un Papa gente, un Papa provocador, un Papa innovador, y eso ha hecho que muchos ya no miren hacia la Iglesia con recelo y escepticismo. Otros seguirán haciéndolo por no ver cambios radicales en sus posiciones y eso es válido. Sin embargo, el cambio sustancial en asistencia y fidelidad al Credo dependerá de si el mensaje del Papa le llega a los demás mensajeros y aterrizan en la realidad.

link: http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/monona
@CarlinaToledoP

lunes, 10 de junio de 2013

Columna El País Junio 7 de 2013

Un compartir de cerebros

Estamos en esa época del año cuando muchos de quienes están en grado 12 del calendario B están recibiendo respuesta de las universidades a las que aplicaron, pensando en sus ceremonias de grado y tanto sus padres como ellos mismos, no dejan de derramar lágrimas por la despedida y el paso a una nueva vida de responsabilidades y deberes.
En ese orden de ideas, surge una inquietud cuya respuesta evidente invariablemente produce tristeza. ¿Cuántos de esos jóvenes que se gradúan con honores de colegios en los cuales han tenido acceso a los mejores recursos pedagógicos, a profesores cualificados, al bilingüismo, a culturas distintas, deciden estudiar para ser maestros? ¿Cuántos de ellos buscan compartir su conocimiento con otros? Me atrevo a decir que pocos, lo cual es una tragedia porque quienes están preparados intelectualmente con lo mejor, han sido preparados sicológicamente por el mismo sistema a decir que NO. Y es que el ser maestro en Colombia es una profesión que no tiene prestigio alguno a ojos de muchos.
Afortunadamente existen organizaciones como la Fundación Compartir, la cual premió recientemente -como lo hace desde hace 15 años- a dos personas que se destacaron por sus prácticas pedagógicas innovadoras y generadoras de cambio. Fueron ellos Aníbal Bubú, y Sandra Suárez. Él es licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y se desempeña como rector del Instituto Departamental de Educación Básica Indígena (Idebic) en el Valle. Con su programa Educando en la Diversidad, Bubú logró implementar un programa que respeta la tradición de su ancestro nasa y al mismo tiempo está acorde con los lineamientos del Ministerio de Educación. Sandra Suárez por su parte, ha logrado a través de la danza sanar las heridas emocionales y deficiencias cognitivas de sus estudiantes, quienes construyen su autoestima con pasos de baile. Su Institución Educativa, el Magdalena Ortega de Nariño en Bogotá, ha disminuido significativamente los indicadores de violencia. Ambos fueron conscientes que al compartir conocimiento, podrían generar cambio.
La Fundación Compartir entregó también el avance de un estudio según el cual “no se puede dar un verdadero salto en el mejoramiento de la calidad de la educación para todos si no se desarrolla una política integral y sistemática para el mejoramiento de los docentes”. Yo diría que este Gobierno ha dirigido esfuerzos hacia esta realidad y se ve no solo voluntad, sino gestión.
No obstante, la necesidad apremiante es promover que más estudiantes excelentes vean la docencia como una profesión valiosa para ellos en lo personal, porque es muy grave que sean los jóvenes con los puntajes más bajos de la Pruebas Saber quienes están accediendo a esa carrera. Evidentemente los maestros deben ser por naturaleza lo mejor de lo mejor y estar dispuestos a un compartir de cerebros. Pero ese cambio se dará cuando valoremos la profesión no sólo desde lo familiar y social, sino cuando se comprenda que la transversalidad de la calidad educativa toca de manera directa la gestión de todo lo público.
En ese sentido, como sucede en Finlandia, somos responsables de otorgar a los maestros un estatus social especial, y las políticas de Gobierno deben continuar enfocándose a lograr la meritocracia educativa y que quienes se hagan merecedores del título, tengan garantizados sueldos y horarios dignos.
Ser docente debe ser un honor y no un Plan B de los mal preparados.

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viernes, 24 de mayo de 2013

Columna El Pais Mayo 24 de 2103

El extraño mundo del Doctor Ale

El lunes pasado, a un inmenso salón del Centro de Convenciones Plaza Mayor en Medellín, acudieron desde las recónditas cavernas del país los miembros más recalcitrantes de la godarria nacional, para homenajear al Procurador Alejandro Ordóñez. También llegaron todos aquellos que de una u otra manera se identifican ideológicamente con él, o le temen y con su presencia buscan ganar indulgencias en vez de inhabilidades. Hace casi un mes en Bucaramanga se organizó un homenaje similar y a ese acto llegaron cerca de 300 personas. En Medellín dicen que fueron 1.200.
Evidentemente quienes organizan y asisten a este tipo de actos están en todo su derecho de hacerlo, más cuando se está buscando alinear a un grupo significativo de personas bajo la sombrilla de una ideología o un movimiento con miras al futuro. Porque claro, yo creo que a nadie le cabe la menor duda que una candidatura de Ordóñez a la Presidencia es lo que se nos viene encima y más temprano que tarde. Estará esa campaña adornada de halos de santidad y virtud nunca antes vistos en Colombia.
Hay quienes dicen que es una estrategia del uribismo para atajar el vuelo que está cogiendo la inusitada y cuestionable campaña de Francisco Santos Calderón, autoproclamado precandidato del expresidente. De todos es sabido que ‘Pachito’ jamás ha sido de los afectos sinceros de Álvaro Uribe Vélez, quien hasta de lagarto lo trató en público mientras fue su vicepresidente y claramente no querrá verlo como primer mandatario, enarbolando sus ideas y cuidando de sus tres huevitos. De manera que algo de verdad puede tener esta teoría y ¿quién mejor para ser la cara frontal de ese movimiento ‘puro’ de Uribe, que un godo de racamandaca como Ordóñez? Éste, al igual que el senador Roberto Gerlein, ha removido hasta el tuétano los ánimos bastante dormidos del conservatismo de azul de metileno y es desde luego un bocato di cardinale para alguien como Uribe.
Pero trascendiendo un poco a esas elucubraciones políticas, visualicemos mejor lo que sería ese extraño mundo del Doctor Ale si fuese Presidente y lo que nos esperaría en manos suyas.
Por un lado es bastante probable que ese temita del Estado laico quedaría en entredicho y que entraríamos en un reinado del Opus Dei donde llevaremos silicios bajo la ropa para recordarnos que en esencia somos pecadores. Se haría el amor solo para procrear y cuando sea el día, esa actividad se desarrollará sin protección alguna. De repente nos encontraremos con que en Colombia se ha disparado la natalidad, aumentarían los índices de enfermedades y pobreza y terminaríamos viendo en las calles muchas más escenas estilo ‘Les Miserables’ de lo que vemos hoy en día.
Evidentemente eso del sexo tendrá que ser solo entre hombres y mujeres, porque todas las demás alternativas estarían fiscalizadas, vetadas y censuradas. Lo mismo nos sucederá a los periodistas que denunciemos hechos irregulares en los medios de comunicación, porque eso sí, nadie que disienta del Doctor Ale podrá pronunciarse, so pena de ser estigmatizado de la manera más baja.
Supongo que aquellos que hemos osado divorciarnos tendremos también nuestra dosis de censura por no haber perpetuado una familia como la ve Ordóñez, no obstante situaciones adversas. Y claro, aquellas mujeres que nos hemos manifestado en favor del aborto seremos para el Doctor Ale peor que las Brujas de Salem.
Triste que ese sea un mundo ideal para algunos, sólo espero que esta sea una de esas visiones que jamás se dan.

link: http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/extrano-mundo-doctor-ale

martes, 14 de mayo de 2013

Los niños perdidos

Seguramente recuerdan a los Niños Perdidos, el grupo de amigos de Peter Pan. Ellos viven entre un árbol en el país del Nunca Jamás, se la pasan de travesura en travesura, sin reglas y normas, sin más familia que ellos mismos, escondiéndose del Capitán Garfio y no quieren crecer para evitar convertirse en adultos.
Nibs, Curly, Slightly, Tootles y los Gemelos son como ese grupo de jóvenes y adolescentes que por uno u otro motivo se encuentran recluidos, volándose o ad portas de centros de reclusión como Valle del Lili y el Buen Pastor, porque finalmente también están a la deriva y parecieran importarles a pocos. Después de analizar este problema sobrediagnósticado por violentólogos, sociólogos, antropólogos, psicólogos y cuanto estudioso del tema hay, mi conclusión es que todos esos muchachos en el fondo lo que necesitan es un norte, formación, afecto, reconocimiento y oportunidades de vida, porque uno no decide ser malandro porque sí.
Algunos dirán que quien vive en el país ideal del Nunca Jamás es quien escribe, porque esos jóvenes y adolescentes que ya andan de sicarios, traficantes o extorsionistas lo que merecen es que les caiga todo el peso de la ley, y eso sí, de la ley para adultos.
Evidentemente nos encontramos en una encrucijada judicial frente a un hecho de la mayor gravedad y es que tenemos miles de niños y adolescentes que han traspasado los límites y se han convertido en delincuentes. No obstante, yo si soy de la teoría de que hasta que cumplan la mayoría de edad son niños y el sistema penal y judicial como tal tiene que seguir manejándolos acorde con lo dispuesto en el Código de Infancia y Adolescencia. En últimas, gústenos o no, el hecho de que estén allí es culpa de todos nosotros por indolentes e indiferentes.
También debemos comprender que no es un dilema policial, porque llenar los centros de agentes no especializados en niños es una acción reactiva en la cual el remedio puede resultar peor que la enfermedad. Tampoco podemos achacarle las fallas a la pedagogía de los operadores de los centros porque con muchos muchachos sí logran cumplir.
Lo que sí debemos admitir es que el Código de Infancia se orienta a una población de adolescentes cuya fechoría más grande pudiese ser robarse una chocolatina o dos. Es claro que los autores jamás vislumbraron esta anormalidad que estamos viviendo, pero la solución no es cambiar la ley.
El quid de este problema estructural es definir quién asume el deber de crear y expedir una política pública integral orientada a atender apropiadamente a esa población de niños delincuentes a través de la resocialización y la creación de oportunidades, y a prevenir que caigan otros en ese hueco.
El Código habla de corresponsabilidad en la atención a niños, jóvenes y adolescentes. Yo recalco que sí es en la familia, el Estado y la sociedad en quienes recae el deber de aportar al mundo ciudadanos de bien. Sin embargo, tenemos que dejar de pelotearnos esa responsabilidad y que cada cual asuma lo que le corresponde. Lo que sí tengo claro es que en últimas, el Estado es quien debe dirigir con una política pública a la cual nos acojamos todos.
Con la Estrategia de ‘Cero a Siempre’ el Gobierno demostró haber comprendido que la atención integral a la primera infancia es una prioridad. Ahora que ya está en marcha y dando sus frutos, es hora de mirar hacia los Niños Perdidos, y eso sí rápido, antes de que se nos embolaten del todo.

Columna de Mayo 10 de 2013. Link:  http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/ninos-perdidos

sábado, 27 de abril de 2013

Columna El País Abril 26 de 2013

Bajo mis sábanas, ¡No!

Asunto delicado el que manejamos en el Valle del Cauca ahora que nos enteramos que un Pastor que recibió el llamado de Dios y un Senador que se cree ungido por el mismo, son quienes están detrás de aquello que llaman ‘la cosa política’ de la región. La gran pregunta que nos queda ahora es, ¿hasta dónde llegarán las consecuencias de esto?
Roy Barreras y José Luis Arcila durante sus campañas a Senado y Cámara firmaron un pacto con el Comité Político de la Misión de Paz a las Naciones, cuya cabeza visible es el pastor John Milton Rodríguez. El compromiso, tiene como espíritu “ejecutar proyectos para el bien de nuestra sociedad”, fundamentalmente busca que no prosperen cambios en las leyes que a futuro pudiesen permitir “el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni la adopción de niños por parte de estas parejas. Ni apoyo a la unidosis personal de drogas y ley de aborto (sic)”, además de promover el desarrollo de un ministerio o viceministerio de la familia. Los congresistas en cuestión, al ser elegidos, debieran también incluir -según el pacto- por los menos dos miembros de la Misión en sus Unidades de Trabajo Legislativo (UTL), y apoyar candidatos de esa misma congregación al Concejo de Cali y la Asamblea Departamental. A cambio de todo esto, Barreras y Arcila tendrían el apoyo (representado en votos) de miles de feligreses de la Misión.
Claramente este tipo de acuerdos en la política son comunes y nadie es tan inocente de pensar que un congresista es elegido sin amarres de una u otra índole. Aunque eso pasa aquí y en Cafarnaúm, no quiere decir que sea lo ideal, porque evidentemente no llegan a ejercer sus cargos libres de presión. De hecho ya sabemos que Roy Barreras votó el miércoles en contra del proyecto que permitiría el matrimonio entre homosexuales, de manera que va cumpliendo al menos esa parte del pacto.
En ese documento, que para mi tiene un tufillo de ilegalidad, hubo también engaño. Barreras y Arcila a sus electores, quienes no sabían que al depositar su voto por ellos estaban haciéndolo también por una agenda oculta, y el Pastor a su rebaño por pensar que sus votos eran endosables.
Sin embargo lo que a todas luces genera preocupación por el futuro del Departamento -y por qué no, del mismo país- es ver cómo esa separación entre Iglesia y Estado que comenzó en 1853 y se confirmó en 1991, poco a poco se esfuma y nos encontramos implosionando desde un modelo de Estado laico hacia uno de Estado teocrático donde “como Dios manda” se convierte en ley.
La Misión de Paz tiene a su senador ejerciendo acorde con el compromiso; su influencia en Cali y Yumbo es amplia por la fuerza de sus prédicas y el alcance de sus obras sociales; conociendo el texto del pacto, que no nos sorprendamos cuando salgan elegidos ‘Misioneros’ a Concejos y Asamblea, y para que no queden dudas sobre el poder que ya tiene el hombre llamado por Dios, esta semana se anunció que Rodríguez encabezó un grupo que logró que el Municipio de Cali exonere los centros de culto del pago de impuestos prediales y valorización. Y esto es sólo el comienzo, señores.
Yo no sé hasta cuándo dure el insólito efecto teflón de Roy Barreras y ojalá no sea por mucho tiempo más, pero lo que de verdad me asusta es saber que gracias a pactos como el suscrito, y a seres como el Procurador que quieren convertir la palabra de Dios en norma, en el futuro esas decisiones puedan llegar a meterse en mi casa y bajo mis sábanas y decidir cómo ejerzo mis derechos más fundamentales. Miedosito el tema.

 http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/bajo-mis-sabanas


sábado, 13 de abril de 2013

Columna en El Pais Abril 12 de 2013

¿Quién estigmatiza a quién?

Todo funcionario público tiene una responsabilidad que trasciende el ejercicio de sus funciones y es dar un buen ejemplo. La semana pasada el procurador, Alejandro Ordóñez, soltó un par de frases que dejan mucho que desear de su deber y si lo que me cuentan es cierto acerca de los ademanes que hacía al quebrar la mano en clara alusión despectiva a los homosexuales, este personaje más que funcionario público, es una vergüenza pública.
Durante un foro académico en el Congreso en el cual se debatía el proyecto de ley que podrá reglamentar el matrimonio gay y reconocerla como una familia, hubo agresiones verbales y emociones exacerbadas de ambas partes. El Procurador al sentirse agredido por un activista, declaró sentirse víctima de un matoneo mediático desde la prensa y dijo que quienes informan y opinan “entre porro y porro y pase y pase, tienen el deporte de estigmatizar a quienes no aceptamos determinadas ideologías”.
Muy infortunadas sus declaraciones, porque al igual que con sus otras posturas, profundiza una imagen de periodistas y columnistas que ya de por sí existe en algunos entornos, porque no son pocos quienes piensan que además de libertinos en nuestras actuaciones privadas, todos los periodistas somos mochileros, de ideologías de izquierda, que nos la pasamos fumando porro o metiendo pases y que mantenemos la cabeza en una nebulosa idealista. Y ahí es donde me pregunto, ¿quién estigmatiza a quién?
Sabemos del gusto de Ordóñez por el poder y su afán por demostrarlo y también conocemos de sus posturas radicales frente al aborto, de su posición acerca de los homosexuales y del matrimonio entre ellos. A mi manera de ver, el hombre tiene además en acción un agenda política clara con miras a elecciones futuras, porque si no, ¿para qué tanto show? Evidentemente Ordóñez está en todo su derecho, sin embargo, la agresión verbal y los calificativos de la semana pasada en contra de toda una profesión, merece de quienes la ejercemos un enérgico rechazo y mucha solidaridad entre nosotros.
Lo que a veces olvidan quienes tanto nos critican es que nos necesitan porque somos nosotros, periodistas y columnistas, quienes enlazamos el devenir de la cotidianidad con la sociedad. A través de ese ejercicio -como lo decía Ryszard Kapuscinski- “la relación con los seres humanos se convierten en un elemento imprescindible de la profesión” y nos damos cuenta que todos estamos interconectados. En ese sentido es inevitable que se profundice la sensibilidad y nos volvemos entonces un poco más conscientes de aquello que conocemos como los derechos fundamentales del hombre, de la equidad de género, la justicia social, la libertad de expresión, religión y sexo. ¿Izquierdistas? No, simplemente un poco más humanos.
Tengo claro que un periodista no se hace. Nosotros nacemos así. Llevamos en la sangre un talento innato. Tenemos el afán por aprender, tener explicaciones, saber qué pasa en los lugares más recónditos del mundo y nos mueve de una manera inexplicable el deseo de contribuir a la construcción de una mejor sociedad a través de la información veraz, coherente y clara.
Rechazo con vehemencia que se me categorice como fumadora de porro,
metelona de pases o libertina por pensar como pienso y trabajar en lo que trabajo. Estigmatizar conlleva a la violencia y no hay nada que vaya más en contravía del bien común que eso. Lástima que el Procurador sepa un poco de justicia, pero nada de lo que es un pensamiento justo.

http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/carlina-toledo-patterson/quien-estigmatiza-quien

viernes, 4 de enero de 2013

Columna en El Pais, Enero 4 de 2013

Ni suena, ni truena

El mundo está lleno de personas con buenas intenciones. Lo que falta generalmente es la capacidad de concebirlas bien, de ejecutarlas y de contar además con el caudal humano que las soporte. Creo que el tal Pacto Vallecaucano tiene su razón de ser porque somos un departamento golpeado profundamente en nuestro amor propio. Sin embargo, quienes gestaron el proyecto se quedaron en el impacto de un día y esas V’s que debiéramos estar viendo por todo el Departamento, se han diluido dejando en el olvido una buena oportunidad.
Según el concepto expuesto en noviembre previo al lanzamiento del Pacto, lo que pretendía la Secretaría de Cultura del Departamento era recuperar los valores colectivos, la credibilidad, el respeto y el liderazgo en el Valle y así lograr que renazca el sentido de pertenencia, el amor y la fe que los vallecaucanos debemos tener por nuestra región. En su momento se anunció que esto se llevaría a cabo a través de la articulación y aportes de los sectores público, privado, académico y que además tendría unos indicadores de gestión para medir los resultados en términos de reducción de violencia, intolerancia, factores de desarrollo e incremento del turismo.
Indiscutiblemente es una tarea cargada de buenas intenciones, pero a mi manera de ver se lanzó una campaña sin tener la sustancia que lo soporte. Primero es necesario gestionar, ejecutar, implementar cambios y después sí podemos y debemos salir a cacarequearlo a los cuatro vientos. Entretanto, ¿cómo construir confianza? ¿Cómo generar respeto? ¿Cómo hablar de liderazgo? Contamos es con un intangible y así no se puede presentar este tipo de campañas a una población incrédula, desarraigada y desmotivada. Es un aspecto elemental del mercadeo: se tiene un producto y se sale a hablar de él. Claramente en el Valle todavía no lo tenemos.
El entusiasmo por la región no se inyecta con la presencia de unos cuantos artistas, modelos y presentadores. Menos con ver agarrados de las manos a unos cuantos políticos locales en quienes tan poquito creemos porque no representan esos valores que presuntamente estamos buscando.
El entusiasmo surgirá cuando veamos que la supuesta clase ‘dirigente’ es reemplazada por jóvenes con verdaderos valores colectivos y que además representen a ese colectivo, cuando se logre limpiar esta sociedad de la cultura narco que la ha permeado hasta el tuétano, cuando los parlamentarios de la región trabajen de verdad por sus electores y no por ellos mismos, cuando logremos la infraestructura adecuada para conectarnos con el mundo, cuando erradiquemos la extorsión y la violencia, cuando tengamos a todos los niños vallecaucanos bien nutridos y educados, cuando eliminemos de nuestra sociedad la permisividad y la indiferencia por el maltrato y la violencia intrafamiliar y cuando tengamos a todos y cada uno de nuestros conciudadanos con sus necesidades básicas satisfechas y superadas.
Obvio, suena a una utopía, pero esos son los indicadores que generarán la dinámica positiva que se pretende, no es a la inversa. Evidentemente los cambios aquí y en cualquier lugar del mundo entran por los ojos, por la boca y por el bolsillo de los ciudadanos y de ahí llegan al corazón y a la razón.
Mientras que no comiencen los cambios sustanciales que impacten positivamente a todos los vallecaucanos, mi credibilidad seguirá igual: con la tendencia a la baja que tiene desde hace años. Tristemente el Pacto Vallecaucano ni suena, ni truena.

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