sábado, 29 de octubre de 2011

Columna en El Pais Octubre 29 de 2011

Amarguras y sinsabores

El proceso electoral que culmina el domingo deja una serie de sinsabores y grandes retos a futuro no sólo para quienes tendrán en sus manos el poder regional y municipal durante cuatro años, sino para aquellos que tienen alguna injerencia en lo que es la formación de líderes.
Nos enfrentamos a dos cuestiones que me preocupan sobremanera. La primera de ellas es el alto índice de abstención que se vislumbra habrá en estos comicios. Año tras año el tema es recurrente y no pareciera haber acciones conducentes a educar a los ciudadanos en la importancia de lo que es un voto y en la satisfacción que da el participar de manera activa en el ejercicio de la ciudadanía.
Ciertamente se suma a lo anterior el hecho de que muchos de quienes sí votan no perciben que haya cambios significativos en su calidad de vida y que por ende ni siquiera se justifica el esfuerzo dominical de salir a hacer fila y sufragar por quienes podrían dignificarlos pero parecieran hacer poco para ello una vez están en el poder.
Indudablemente son muchas las organizaciones que de manera consistente han buscado crear cultura y participación ciudadana, pero a mi manera de ver se han quedado cortas y es necesario buscar la forma de llegar de manera masiva y contundente a los más escépticos. Por otra parte, no basta con que las campañas que invitan al voto responsable se hagan únicamente en los meses previos a las elecciones. Eso a mi manera de ver son patadas de ahogado que aparecen cuando es evidente que los electores se van a equivocar, como es el caso de lo que se vaticina con la casi segura elección de Héctor Fabio Useche a la Gobernación.
Amargura también produce el caso concreto de Cali donde el número de personas indecisas según la última edición de Semana es del 31% de los electores, mientras que según la encuesta publicada por El Tiempo ayer es de 18,2%. Teniendo en consideración el amplio abanico de candidatos, cualquiera de las dos cifras es demasiado alta. Claramente lo que revela es que, salvo el candidato a la Alcaldía que puntea de manera amplia, los demás son una masa amorfa de candidatos sin capacidades de liderazgo ni de convocatoria.
En Cali y el Valle no hemos sido capaces de crear, ni de exigir figuras políticas que representen los intereses y necesidades reales de los ciudadanos. No se percibe un aglutinamiento de personas alrededor de ideas y propuestas y la implosión de los partidos políticos en Colombia sin duda tiene un efecto inconmensurable en ello. Esto requiere de un serio análisis interno de su parte.
En general el panorama actual poco difiere del de hace cuatro años. Abstención, apatía y falta de compromiso es lo que se respira en el ambiente. Como si no fuese suficiente, tal como dijo ayer Horacio Serpa Uribe en su columna en El Nuevo Siglo, o Maria Jimena Duzán en Hora 20 el miércoles en la noche, “No se vislumbra un rechazo colectivo a violentos corruptos, ineptos e inescrupulosos”, y la guerrilla, las bacrim, los paramilitares y el narcotráfico siguen siendo protagonistas de la realidad política de la ciudad, la región y la Nación.
Las advertencias de la MOE están cantadas, la Registraduría (aún en medio de una crisis de credibilidad de marca mayor) ha tomado algunas medidas para contrarrestar fraudes. La única opción es sufragar responsablemente el domingo, pero concomitante a ello es menester exigir de manera vehemente gestión en la construcción de ciudadanía y liderazgo.

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