viernes, 24 de junio de 2011

Columna en Kienyke Junio 24 de 2011

Murió el Doctor Muerte

¿Obsesión tanática o misericordia?
El año pasado en una entrevista concedida al canal de televisión Fox, el patólogo Jack Kevorkian, declaró que si a la hora de morir llegase a encontrarse con Dios, le diría ¨¿por qué no me hizo más inteligente?¨,porque si Dios de verdad existe, él hubiera querido comprenderlo y no depender exclusivamente de un intangible como la fe.
Kevorkian –quien murió el pasado 3 de junio- fue desde siempre un agnóstico. Decía que su único Dios era Johann Sebastian Bach, ¨un dios que sí existió y que dejó una clara evidencia de su paso por el mundo¨. Afirmaba con vehemencia que el Papa lideraba toda oposición a la eutanasia y al suicidio asistido, los dos temas que dieron sentido a su vida y que logró hacer visible a nivel internacional.
Este doctor de padres armenios, residente en el estado de Michigan (EE. UU.), tenía una de esas personalidades que generan pasiones. Se le cuestiona si sus motivaciones para asistir en la muerte a más de 130 personas era en realidad una obsesión tanática o misericordia frente a sus sufrimientos.
Al Pacino, quien lo personificó en la película de HBO You don´t know Jack (Usted no conoce a Jack), afirmó que ¨él es auténtico, y raramente se atraviesa uno con eso¨, expresó además una profunda admiración por el doctor y su importante aporte al derecho a morir dignamente. No obstante, sus detractores hablan de una enfermiza pasión por la muerte y lo reafirman mencionando algunas prácticas macabras que realizaba con pacientes moribundos: presuntamente mantenía sus párpados abiertos con cinta pegante para analizar los cambios en sus córneas a la hora de fallecer. También se habla de supuestas transfusiones de sangre de cadáveres a personas vivas, de experimentos con presos condenados a la pena capital y de una simpatía con el Holocausto porque el doctor lamentaba que ¨jamás podrán volver a hacerse experimentos con humanos¨ tal y como se hizo en los campos de concentración nazi. Por algo al llamado Doctor de la Muerte se le compara con Joseph Mengele, el Ángel de la Muerte¨.
Sea cual fuese la realidad, lo innegable es que con su teoría de la absoluta autonomía del individuo sobre su cuerpo y su vida, Kevorkian logró de cierta manera humanizar la medicina cuando de ese tránsito final hacia la muerte se trata.
En Colombia se han dado muestras de una liberalidad relativa al respecto porque hace once años se despenalizó la práctica. No obstante, ésta todavía no se encuentra reglamentada, lo cual finalmente termina significando que Sí se permite pero No se sabe cómo. En 2010 se cayó en el Congreso una propuesta de reglamentación presentada por el senador Armando Benedetti en la cual se establecía el procedimiento de cuidado previo al cual se debían ceñir los médicos antes de acceder a aplicar la eutanasia a un paciente. De igual manera presentaba cambios al Código Penal para favorecer a los médicos que la practiquen e involucraba a las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) al obligarlas a garantizar la prestación de cuidados paliativos a los pacientes con enfermedad terminal que así lo solicitaran.
Infortunadamente, lo que afirmaba Kevorkian acerca del Papa no es mentira. En la reglamentación de la eutanasia en Colombia se atravesaron la Iglesia Católica y los sectores más conservadores de la sociedad, que no conciben que el hombre pueda acabar por voluntad propia una vida concedida por Dios aun cuando esté pasando por el peor de los sufrimientos. Evidentemente para estos sectores la dignidad, factor inherente al SER humano, no es un argumento relevante. ¨Morir no es un crimen¨, dijo Kevorkian y razón tenía.

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