viernes, 15 de abril de 2011

Articulo Kienyke Abril 14, 2011

http://www.kienyke.com/2011/04/14/dos-arquitectos-visionarios-un-solo-seductor/

Dos arquitectos visionarios, un solo seductor

Oscar Niemeyer y Charles Edouard Jeanerret, más conocido como Le Corbusier fueron dos grandes de la arquitectura del siglo XX. Los proyectos que ambos propusieron para Brasil y Bogotá respectivamente, fueron cercanos en términos de tiempo y ambos con una concepción de lo que debían ser las ciudades después de la II Guerra Mundial.
Por fortuna para Brasil, el proyecto de Niemeyer se ejecutó. Tristemente por Bogotá, la propuesta de Le Corbusier, no. La principal razón -según dice Germán Samper, un reconocido arquitecto y amigo del suizo- la falta de voluntad política. Otros piensan que fue porque era una chifladura. Sea cual fuera la razón, lo claro es que Bogotá se perdió de una oportunidad para renovar su infraestructura urbanística y si ella se hubiese ejecutado, posiblemente hoy la ciudad no estaría pasando por la serias penurias que le aquejan.
El Plan Director que propuso Le Corbusier para Bogotá en 1945 constaba de un centro gubernamental, uno cultural y otro universitario. El concebía que la ciudad debiera tener en cuenta su relación arquitectónica con el entorno a nivel regional y nacional y después de examinar las vías de circulación existentes, llegó a la conclusión de que las arterias ¨debían ser de 6 carriles, con separadores de 40 metros de ancho¨. Evidentemente el tema del espacio público y su uso para el bien común primaba en los diseños del suizo quien planteó también para la capital grandes parques y jardines.
Oscar Niemeyer -un cálido y seductor hombre de ya 104 años- trabajó con el urbanista Lucio Costa los planos para la construcción de la nueva capital de Brasil, Brasilia, la cual quedaría en la mitad de su país y sobre un terreno árido y lleno de rastrojo. El entonces presidente Juscelino Kubitschek dio vida al proyecto al iniciar su presidencia en 1956 y cuatro años después inauguraría la primera ciudad del mundo moderno construida acorde con unos planos y objetivos predeterminados.
Brasilia como tal es toda una experiencia porque combina ser centro del Gobierno Federal con el vibrante entorno carioca y en ese sentido se vuelve completamente impredecible. La primera impresión ciertamente, es la de una ciudad estéril, simple, sin historia y tradición. Sin embargo, esa fatua impresión se desvirtúa rápidamente al apreciar las avenidas de ocho carriles, la nitidez en el diseño de las distintas estructuras, el orden establecido de los distritos financiero, de salud, comercial, hotelero y residencial. Los habitantes cuentan con el parque público más grande de América Latina y además con el gran eje monumental donde se encuentra la explanada de los Ministerios, la Plaza de los Tres Poderes y la emblemática Catedral de Nuestra Señora Aparecida. Aunque se respira política en cada esquina, las calles ebullen al ritmo de la samba, en los mercados callejeros practican capoeira y tal como sucede en el resto de Brasil, quienes quieran pueden compran muñecas vudú para ayudar a enamorar a los amantes escurridizos.
Niemeyer para muchos es considerado más que un arquitecto, un filósofo. Me atrevería a agregar que es también un buscador de placeres. Basta verlo en el documental A vida é um sopro, sentado en su escritorio ubicado frente a un cuadro de las zonas erógenas de tres mujeres, fumando despacio y afirmando en su cantar poético que ¨la forma debe seguir lo femenino¨.
Difícil definir lo que verdaderamente condujo a que el proyecto de Le Corbusier no se ejecutara en Bogotá, pero cuando se tiene la oportunidad de conocer las dos ciudades y estudiar las personalidades de quienes estaban detrás de los proyectos, no puede uno sino deducir que algo de capacidad de seducción le faltó al arquitecto suizo. Claramente toda innovación es una chifladura, pero si además de suplir con fundamentos una necesidad,  existe la premisa sensual de producir placer a millones de personas, difícil sería resistirse. Posiblemente también le faltó a Bogotá el liderazgo de un presidente bossa nova y visionario como Kubitschek.

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